Enfermedad pulmonar
crónica que produce un sufrimiento respiratorio persistente caracterizado por
alteraciones radiográficas con estrías e hiperexpansión parenquimatosas y
necesidad continua de ventilación mecánica a una edad gestacional corregida de
36 sem en RN que han sido tratados con ventilación obligatoria intermitente por
sufrimiento respiratorio de cualquier causa.
Etiología y
fisiopatología
Las lesiones
pulmonares son consecuencia de distensiones excesivas y repetidas de los
alvéolos y conductos alveolares causadas por la ventilación mecánica
(volutrauma), las elevadas concentraciones de O2 inspiradas y la
intubación endotraqueal; es más frecuente en los RN de baja edad gestacional. A
menudo es una secuela del SDR y de su tratamiento y es más probable que se
desarrolle cuando existe un enfisema intersticial pulmonar (v. más adelante).
La transición entre
el SDR y la displasia broncopulmonar (DBP) es gradual. En los primeros estadios
hay inflamación y exudados pulmonares. Más tarde se produce rotura de las
paredes alveolares con cicatrización. Las áreas alternantes de enfisemacon
hiperaireación y de cicatrización y atelectasia condicionan el aspecto
anatomopatológico en tachuela y una imagen quística con hiperinsuflación en la
radiografía de tórax. También se desarrollan una del músculo liso peribronquial
y arteriolar y la metaplasia escamosa del epitelio bronquial.
Síntomas, signos y
complicaciones
Muchas veces es
imposible retirar la ventilación obligatoria intermitente (VOI) o el aporte de
O2 del RN.
El epitelio
alveolar se desprende y en el aspirado traqueal se encuentran macrófagos,
neutrófilos y mediadores de la inflamación. La radiografía de tórax muestra una
opacidad difusa de los campos pulmonares, debida a la acumulación del líquido.
Después se desarrolla una imagen multiquística con muchas estrías gruesas y
áreas de hiperinsuflación.
Estos niños corren
un gran riesgo de desarrollar infecciones respiratorias bajas, sobre todo de
origen vírico, en los primeros años y, cuando ello ocurre, pueden hacer una
rápida descompensación respiratoria. Es probable que deban ser hospitalizados
si desarrollan signos de infección respiratoria o si el sufrimiento
respiratorio aumenta. Los pacientes con DBP deben ser considerados candidatos a
la inmunización pasiva frente a las infecciones respiratorias bajas causadas
por el virus respiratorio sincitial. Se ha demostrado que tanto un anticuerpo
monoclonal, palivizumab, como la inmunoglobulina frente al virus respiratorio
sincitial administrada por vía i.v. reducen la frecuencia de rehospitalización
por neumonía y bronquiolitis por dicho virus, así como el número de días de UCI
y de uso de respirador provocados por esta infección. La inmunización se repite
mensualmente durante la estación del VRS.
Prevención y
tratamiento
Como la DBP es
consecuencia, al menos en parte, del uso del respirador, es importante que se
establezcan los parámetros más bajos posibles y que se interrumpa la VOI lo
antes posible (v. Uso de la Ventilación mecánica, antes). Si en un RN con SDR
no es posible retirar el respirador en el momento previsto, habrá de
considerarse la posibilidad de otros cuadros subyacentes que deben ser
tratados, por ejemplo, la persistencia del conducto arterioso o una neumonía
nosocomial. El uso precoz de la aminofilina como estimulante respiratorio puede
ayudar a la retirada de la VOI.
Ciertos estudios
recientes demuestran que el uso precoz de dexametasona ayuda a mantener con
parámetros de VOI bajos a los RN de muy bajo peso con SDR, hace que toleren
mejor la extubación y reduce el riesgo de desarrollo de DBP. En cada estudio se
utilizó una pauta de administración diferente, pero debe usarse la menor de las
dosis efectivas y durante el menor tiempo posible, ya que la dexametasona
impide temporalmente el crecimiento de los RN prematuros. Este fármaco también
puede dar lugar a otras complicaciones, como sepsis bacterianas y micóticas,
hipertrofia miocárdica reversible y, en raras ocasiones, hemorragia o perforación
gastroduodenal. El tratamiento con dexametasona de los niños con DBP
establecida suele facilitar la retirada del respirador y contribuye a una
extubación más precoz. Su mecanismo de acción se desconoce, aunque es probable
que la prevención de la inflamación desempeñe un papel importante.
Los niños con DBP
avanzada pueden precisar semanas o meses de asistencia respiratoria adicional,
suplementos de O2 o ambas medidas. Las presiones y la FIO2
deben reducirse según la tolerancia, pero sin dejar que el niño entre en
hipoxia. La oxigenación arterial debe controlarse continuamente mediante un
oxímetro de pulsación, manteniendo una saturación de 88-90% o superior.
La nutrición debe
ser óptima para conseguir la curación pulmonar y un crecimiento satisfactorio de
estos pacientes crónicos, que presentan mayores necesidades calóricas debidas
al mayor trabajo respiratorio. La administración de cantidades excesivas de
líquidos favorece la aparición de congestión y edema pulmonares, por lo que
puede ser necesario limitar la ingesta diaria de líquidos a unos 120 ml/kg/d,
incrementando al mismo tiempo el contenido nutritivo de las tomas.
Esta tendencia al
desarrollo de congestión y edema pulmonares hace que a veces se administren
diuréticos a largo plazo, por ejemplo, clorotiazida en dosis de 10 a 20 mg/kg/d
y espironolactona en dosis de 1 a 2 mg/kg/d, v.o., 2veces/d. La furosemida (1
mg/kg i.v. o i.m. o 2 mg/kg v.o.), de 1 a 3 veces/d, puede usarse durante
períodos breves, pero su uso prolongado produce hipercalciuria, con la
consiguiente osteoporosis y aumento del riesgo de fracturas y de formación de
cálculos renales. Durante el tratamiento con diuréticos es necesario controlar
estrechamente la hidratación y el estado de los electrolitos séricos.
Cuando, debido a la
enfermedad pulmonar crónica, se produce una acidosis respiratoria compensada,
debe permitirse que la PaCO2 supere los valores normales durante la
retirada del respirador, siempre que el pH permanezca >7,25 y que el niño no
desarrolle un sufrimiento respiratorio grave.
Una vez retirado el
respirador, el lactante puede necesitar O2 suplementario durante
semanas o meses. Éste puede administrarse por cánula nasal, reduciendo
gradualmente el porcentaje del gas o la velocidad del flujo. El sufrimiento
respiratorio de los lactantes supervivientes cede poco a poco, aunque la
disminución de la compliancia pulmonar y el aumento de la resistencia de la vía
aérea pueden persistir durante años.
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