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En este artículo se recogen algunos mitos comunes en nuestra sociedad sobre aspectos como la comida orgánica, la dieta vegetariana, el ejercicio y los antojos.



Mito: La comida orgánica es más nutritiva
Realidad: La comida orgánica se obtiene a partir de cultivos o animales que se han desarrollado en sistemas agrícolas que excluyen el uso de fertilizantes, reguladores del crecimiento y aditivos para piensos. Estudios sobre el comportamiento de los consumidores muestran que el consumo de alimentos orgánicos en Europa forma parte de un estilo de vida, que deriva de una ideología y está relacionado con un sistema concreto de valores. La idea de que los alimentos orgánicos son 'más saludables' que los alimentos producidos de manera convencional se basa en la creencia de que los primeros tienen cualidades organolépticas superiores, contienen menos pesticidas y fertilizantes sintéticos, y son más ricos en nutrientes y fitoquímicos protectores. No obstante, los estudios realizados hasta la fecha ni confirman ni desmienten el hecho de que los alimentos orgánicos sean más nutritivos que los alimentos producidos de la manera convencional porque las propiedades nutritivas y el sabor dependen, en gran medida, de la variedad y las condiciones de crecimiento (como el suelo, el clima, etc.).
Mito: La dieta vegetariana es más saludable que una dieta omnívora
Realidad: Las dietas vegetarianas varían enormemente e implican desde no comer carne hasta la dieta más rigurosa en la que se excluyen todos los alimentos de origen animal. Algunos estudios revelan que los vegetarianos padecen menos enfermedades cardiacas, algunos tipos de cáncer, hipertensión y diabetes de tipo II y que tienden a vivir más que quienes comen carne. Sin embargo, es probable que los efectos beneficiosos también se deban, en parte, a que los vegetarianos suelen llevar un estilo de vida más sano en general: a menudo, no fuman y hacen más ejercicio.
No todo se limita a la exclusión de la carne de su dieta. Por consiguiente, una dieta vegetariana no es necesariamente más saludable que una dieta omnívora y las personas no vegetarianas que se cuidan pueden vivir tanto tiempo como los vegetarianos. De hecho, una dieta vegetariana puede llegar a ser perjudicial si no se sustituyen la carne y los productos animales, ricos en vitaminas esenciales (como la vitamina B12) y minerales (como el hierro y el zinc), por alimentos o combinaciones de alimentos apropiados desde el punto de vista nutritivo o no se compensan con complementos alimenticios adecuados.

Mito: El ejercicio no ayuda a controlar el peso
Realidad: A pesar de la creencia generalizada de que el déficit de energía provocado por el ejercicio hace aumentar el hambre y el consumo de energía, las pruebas demuestran que esta afirmación no es cierta y que el ejercicio ayuda en la pérdida y el control del peso. Entonces, ¿por qué a menudo no obtenemos los resultados deseados cuando aumentamos nuestra actividad física? Probablemente esto se deba a una elección inapropiada de alimentos, al deseo de recompensarse tras el ejercicio y al desconocimiento de los niveles relativos a partir de los cuales se gasta o se asimila energía, por medio del ejercicio y la alimentación respectivamente. Así, a la hora de controlar nuestro peso es necesario poner en relación la dieta y el ejercicio (un estilo de vida activo).
Independientemente de la edad, el sexo o el tipo de ejercicio, la actividad física mejora el estado de ánimo. Hoy en día se considera que los factores psicológicos, como la percepción de la propia forma física, tienen una gran influencia en los cambios de humor inducidos por el ejercicio. Por lo tanto, el ejercicio debería utilizarse como método para controlar el peso corporal y mejorar el estado de ánimo.
Mito: Los antojos indican una deficiencia nutricional
Realidad: Un antojo es el deseo de comer un alimento o un tipo de comida en particular. Los antojos surgen cuando por intentar restringir el consumo de determinados alimentos el deseo de ingerir dichos alimentos se hace más acuciante. Las mujeres tienen más antojos que los hombres, en especial en la etapa premenstrual, por ejemplo, de chocolate. El chocolate contiene muchas sustancias farmacológicas (como cafeína, teobromina, feniletilamina, y anandamidas) y minerales como el magnesio, que pueden contribuir a aliviar los síntomas premenstruales. Sin embargo, las cantidades presentes en este alimento no explican los efectos beneficiosos descritos tras su consumo. Por lo tanto, no está justificado que se consuma chocolate con la excusa de auto-regular los niveles de magnesio, por ejemplo. Una chocolatina sólo contiene 50mg de magnesio, no obstante, los estudios sobre complementación con magnesio señalan que se necesitan más de 1.000mg para calmar los síntomas premenstruales. Por consiguiente, los factores psicológicos (por ejemplo, un bajo estado de ánimo o la insatisfacción con la propia imagen corporal) determinan en gran medida los antojos de alimentos, por lo general, dulces y ricos en grasas, puesto que consideramos que estas características organolépticas mejoran nuestro estado anímico.

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