Las heridas operatorias son de cuatro
clases, de
acuerdo con la estimación clínica
de la
contaminación microbiana y al
riesgo de infección subsecuente.
Heridas limpias - El 75% de todas las heridas
(que generalmente son electivas) pertenecen a esta
clase. Estas incisiones electivas se realizan en condiciones estériles
y no tienen propensión a infectarse.
La inflamación es un parte natural
del
proceso de cicatrización. Las heridas limpias se cierran por unión primaria y generalmente no se deja drenaje. (La unión primaria es el método más deseable de
cierre,
e implica los procedimientos quirúrgicos más
simples y el
riesgo menor de
complicaciones posoperatorias.). No se viola
la técnica aséptica durante
el procedimiento. El cirujano no llega a la cavidad orofaríngea o
al tracto respiratorio, alimentario o genitourinario.
Heridas limpias-contaminadas - Las apendicetomías y las operaciones vaginales pertenecen a esta
clase, así como las heridas
normalmente limpias que
se contaminan por la
entrada en una víscera que ocasiona una mínima salida
de su contenido.
Estas heridas operatorias tienen la flora
habitual normal sin
contaminación inusual. El
cirujano puede penetrar en cualquier
parte de la
cavidad orofaríngea. Si penetra en el
tracto respiratorio o alimentario,
no
ocurre salida significativa.
Cuando penetra en el
tracto
genitourinario o biliar, no hay contaminación de orina o bilis
infectada.
Heridas contaminadas - Estas incluyen: heridas traumáticas recientes como laceraciones de tejidos
blandos, fracturas abiertas, y heridas penetrantes; procedimientos operatorios en los que hay salida
abundante del tracto gastrointestinal;
procedimientos en el
tracto biliar o
genitourinario en
presencia de bilis o de orina infectada; y operaciones
en las que se viola
la técnica aséptica (como en el masaje cardiáco abierto de
urgencia).
Los microorganismos se multiplican tan rápido
que
en seis horas una herida
contaminada puede
estar infectada.
Heridas sucias e
infectadas - Estas heridas han estado muy contaminadas o clínicamente
infectadas antes
de
la operación. Incluyen vísceras perforadas, abscesos, o heridas traumáticas antiguas en las que se
ha retenido tejido desvitalizado
o material extraño. La
infección presente en el momento de la
operación puede aumentar la velocidad
de infección de
cualquier herida un promedio de
cuatro veces
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