sábado, 28 de abril de 2012

Convivir con la muerte, el pan de cada día del personal de salud, una actividad desgastante


Por: Carlos Lovesio
España, noviembre de 2010.-    IntraMed    entrevistó al   Dr. Carlos Lovesio, uno de los fundadores de la Terapia Intensiva en nuestro país. Miembro de Honor de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidad de Cuidados Intensivos. Acerca de la diferencia entre “dejar morir” y “permitir morir”, opina: “Soy un opositor total al encarnizamiento médico, creo que es algo que surge de un mal entender de la medicina, la medicina no está hecha para que alguien sea inmortal”. 

Es uno de los fundadores de la Terapia Intensiva en nuestro país. Miembro de Honor de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidad de Cuidados Intensivos, ha sido Presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y del Círculo Médico de Rosario. En la actualidad, preside el Comité de Docencia e Investigación del Sanatorio Parque de Rosario. Reconocido por sus múltiples trabajos sobre la especialidad, particularmente por el libro “Medicina Intensiva”, que a través de sus seis ediciones se ha convertido en obra de consulta obligada. 

¿Qué se hacía en una terapia intensiva hace 40 años? 

Terapia intensiva era un lugar físico donde iban los enfermos graves para que alguien se ocupara de rotarlos, si respiraban mal eventualmente ponerle un tubo endotraqueal, pasarle un poco más un poco menos de suero, y no había mucho más para hacer. Era seguir y contemplar la evolución del paciente. Era el lugar donde los enfermos iban a morir. Tan es así que la gente no quería ir. En este momento, terapia intensiva es el lugar donde la gente va a vivir o a jugar su esperanza de vida. En este momento nuestra mortalidad en terapia intensiva es de un dígito, es de menos del 10%, y eso está basado muy significativamente en lo que es la terapia intensiva de puertas abiertas; y a prever en el enfermo ingresado, en cirugía, en el piso de internación, en la unidad coronaria, que los desórdenes fisiológicos no lleguen a un nivel de afectación que impidan después la resolución. La terapia intensiva actual es prevención. ¿Qué significa esto? Terapia intensiva, los americanos ya lo vieron muy bien y nosotros lo estamos implementando en la institución, es terapia intensiva de puertas abiertas, tiene que salir al piso de internación a ver a los enfermos para prever el desorden fisiológico y tratar de evitarlo o, por lo menos, disminuirlo. Eso va a hacer que muchos enfermos no lleguen a terapia intensiva o que cuando lleguen a terapia intensiva tengan más posibilidades de sobrevivir. 

¿Cree que un médico puede dedicar toda su vida al trabajo de la terapia intensiva o lo desgasta mucho? 

Yo creo que para poder trabajar toda la vida en terapia intensiva uno tiene que ser un apasionado de la terapia intensiva. No creo que todo el mundo que hace terapia intensiva esté preparado para vivir toda su vida ahí. Por eso es que en muchos países, en el nuestro la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva siempre lo ha intentado, uno tiene que crear especialidades de salida de la terapia intensiva. Es decir, el individuo puede ser terapista intensivo y cardiólogo, y hacer después cardiología, terapista intensivo e infectólogo, y después hacer insectología. Es decir, tiene que haber especialidades de salida, porque obviamente es una especialidad tremendamente desgastante. Uno está enfrentado a la muerte, y entonces, uno tiene que tener una idea muy clara de qué es la muerte para poder convivir con ella, lidiar con ella, amigarse con ella, confrontar cuando es necesario, retirarse cuando es necesario. Y todo ese ejercicio, lógicamente, genera desgaste. 

¿Cuáles son las consecuencias que deja en el personal el trabajar en terapia intensiva? 

El famoso síndrome del Burnout fue descrito en la revista “Critical Care medicine”, allá por el año setenta y pico, que es el síndrome del quemado. El individuo que pierde interés en lo que hace, y obviamente, esto crea muchos conflictos personales y una situación de angustia, y lo peor que puede ocurrirle a un médico es estar en contradicción consigo mismo. Nuestra carrera no admite la contradicción. Cuando nos peleamos con nuestra carrera, nuestra vida es infeliz y nuestra respuesta ante los problemas de los enfermos es inadecuada. Entonces, el burnout crea la contradicción. Estamos haciendo algo que no nos gusta, algo que nos perjudica, no lo reconocemos, o no lo queremos reconocer, nos desgasta y hace mal. 

¿Cómo se puede prevenir eso? ¿Ustedes lo toman en cuenta en la Institución? 

Sí, eso se previene con distintas cosas. Primero, el médico tiene que tener horarios de trabajo acotados. Nosotros ya no tenemos más guardias de 24 horas, son guardias de 12 horas, en general tratamos de establecer tiempo entre las guardias suficiente; tenemos actividades científicas de presentación de enfermos, de presentación de trabajos clínicos que son un poco una actividad lúdica en el cual se juega con lo que se va a presentar; tenemos reuniones extra curriculares fuera de la institución y al personal se le dan vacaciones y se le dan tiempos de estadía fuera de sus horarios de trabajo para tratar de no entrar en esta situación del burnout. 

¿Cuál es su valoración de las enfermeras y enfermeros en las unidades de terapia intensiva? 

Son el elemento principal de la unidad. La enfermera es la que está al lado del enfermo. Los médicos examinamos el enfermo a la mañana, probablemente lo examinemos a la tarde, si hay una descompensación súbita estamos a su lado, pero la que convive con el enfermo, la que percibe lo que al enfermo le pasa es la enfermera. Ella tiene una relación muy particular con los familiares de los enfermos de terapia intensiva. Es la que nos comenta: “Este enfermo no anda bien porque la esposa le trae los conflictos de la casa”, o al revés: “Este enfermo necesita que esté más la familia porque cuando viene la familia las dos horas siguientes le desaparece la taquicardia”. Son nuestras principales colaboradoras. Sin una enfermería capacitada, terapia intensiva podrá tener la mayor tecnología, podrá tener médicos de excelencia, pero la función no va a ser la correcta. 

¿Y cómo cree que se trastorna en quienes trabajan en terapia intensiva la concepción de que el que tienen adelante es una persona, con historia, con biografía? ¿No hay un riesgo de que esto se pierda? 

Y se pierde. Yo creo que terapia intensiva es una situación transitoria. Nuestro promedio de estadía son tres días, dos días. En ese tiempo, probablemente no hay tiempo de conocer la historia y probablemente tampoco de hacer daño por no conocer la historia, porque es una transitoriedad. Obviamente, lo ideal sería que se pudiera mantener una adecuada relación médico-paciente, pero en esa transitoriedad, uno tiene que estar abocado a la resolución de los problemas fisiológicos. Nosotros en el sanatorio tenemos un equipo clínico y de terapia intensiva que es común, recorremos terapia intensiva y después hacemos los pisos. Y los enfermos que han estado en terapia intensiva nosotros los seguimos en las habitaciones y muchos enfermos que vienen a terapia intensiva los conocemos desde la habitación. Eso nos permite un mayor conocimiento de esta historia tan vital del sujeto y que lo más importante es saber cuándo ese enfermo tiene que ser sacado de terapia intensiva. Muchas veces nosotros aceleramos la salida del enfermo de terapia intensiva aun con algún pequeño riesgo, porque sabemos que esa historia familiar va a ser mucho más importante que la permanencia fijado a un monitor. 

¿Cómo describiría lo que le pasa a las familias que tienen una persona en terapia intensiva? 

Es de mucho conflicto para la familia el paciente que está en terapia intensiva. Es una situación de mucha angustia, que cambia su modelo vital. El individuo que va a trabajar, que cuida sus hijos, que lleva el chico al colegio, etc. tiene que interrumpir todas esas actividades porque tiene un familiar en terapia intensiva, tiene la angustia de no saber el futuro de ese familiar, porque el futuro puede ser la recuperación total, la recuperación parcial o la muerte. Y en esa instancia, quizás lo que más angustia crea es la recuperación parcial, por el después. La pregunta habitual del familiar de terapia intensiva no es: “¿Va a vivir o se va a morir?”. Está implícito que si está en terapia intensiva existe el riesgo de morirse. Pero la pregunta siempre es: “¿Cómo va a quedar?” Porque a la familia le crea una tremenda angustia el futuro del familiar.

¿Qué le diría a los médicos jóvenes que quieren dedicarse a la terapia intensiva? 


La vida del terapista intensivo es terapia intensiva, y tiene que entender que si bien va a tener tiempo para otras cosas, para su familia y demás, el compromiso es el enfermo en terapia intensiva. El médico que atiende un paciente que tiene una neoplasia, le da las indicaciones, le da las recomendaciones y difícilmente el paciente se descompense, y si se descompensa lo van a atender en terapia intensiva. En terapia intensiva siempre atendemos la descompensación. Entonces, el médico de terapia intensiva, no el médico de guardia que tiene una actitud transitoria, sabe que ese rol es un rol de 24 horas por día, 7 días a la semana, 30 días por mes, porque todos esos enfermos permanentemente están pendientes de sus decisiones. Y tiene que saber que la única manera de compatibilizar eso es, primero, no tener contradicción, eso es lo más importante; y segundo, tener la suficiente capacidad como para formar un equipo de trabajo. Cuando logra formar un equipo de trabajo en el cual todos confían en todos, ahí alivia la tensión, pero nunca desaparece. 

¿Cuál cree usted que es la diferencia entre dejar morir y permitir morir? 

Yo creo que el morir es un acto de la vida y el médico tiene que tener muy claro que cuando compite con la muerte esa competencia no es para que uno gane y otro pierda. En ocasiones, la muerte tiene que ganar. Porque en realidad no está ganando la muerte, está ganando el buen morir del paciente que tenemos enfrente. Soy un opositor total al encarnizamiento médico, creo que es una cosa que surge de un mal entender de la medicina, la medicina no está hecha para que alguien sea inmortal. La medicina tiene que saber que las cosas que son corregibles hay que corregirlas y pelear con toda intensidad para que el sujeto sobreviva. Las cosas que son incorregibles, y que van indefectiblemente a llevar a la muerte, no tenemos que encarnizarnos en prolongar un proceso que lo único que genera es sufrimiento. Hace poco había un enfermo que estaba muy mal, con una enfermedad hematológica, en el cual le propuse a la familia hacer un plan de analgesia, un plan de sedación y la familia se opuso terminantemente, dice: “Porque necesita tener tiempo de vivir”, y yo pensé para mis adentros: “En realidad, le están ofreciendo tiempo para sufrir”. Pasado un tiempo, cuando el paciente fallece, la esposa me vino a hablar, y dice: “Doctor, entendimos después de verlo sufrir que usted tenía razón, porque lo único que le ofrecimos fue tiempo de sufrir, no tiempo de vivir”. Hay que saber los límites. 

¿Cómo imagina la terapia intensiva del futuro, hacia adonde va? 

Una de las cosas que comentábamos es la terapia intensiva abierta. Probablemente, todas las instituciones de salud van a ser terapia intensiva. ¿Por qué? Hace cuarenta años un enfermo se operaba de una gastrectomía y estaba un mes internado, no comía por quince días, recibía veinte transfusiones. En este momento, un enfermo se opera de una gastrectomía y probablemente al día siguiente o a los dos días está de alta. La cirugía ha avanzado de tal manera que las internaciones son muy cortas, las patologías médicas se atienden en general en domicilio. Lo único que va a quedar es el enfermo grave, el enfermo crítico, y toda la institución va a tener que ser una especie de terapia intensiva. Pero creo que lo más importante va a ser la terapia intensiva abierta, en el cual los médicos de terapia intensiva tengan la posibilidad de ver a todos los enfermos e ir previendo, va a ser una medicina intensiva profiláctica. 

¿Cree que se puede ser médico y ser feliz? 

Yo creo que no se puede ser feliz sino se es médico. Mi felicidad pasa por ser médico. Me agarro unas chinches terribles, paso momentos muy conflictivos, pero al final del día digo: “Pero esto es fantástico”. Hoy en el consultorio viene una madre de una niña, niña... cincuenta años, que había fallecido, y que yo la atendía desde que tenía quince años, y me dijo: “Ella vivió por usted y para usted, porque usted le permitió ser libre”, porque tenía una enfermedad muy grave, y sin embargo siempre le permití vivir sola, siempre le permití que hiciera lo que quisiera, y dice: “Usted le permitió ser ella”. Esos son los momentos en los cuales uno entiende que ser médico es algo único, y no transferible en cuanto a las sensaciones que genera. 

Fuente:// http://www.intramed.net




sábado, 7 de abril de 2012

¿Confundes los colores? Se trata de daltonismo o ceguera del color

¿Puedes distinguir el número 6 en la imágen?


El mundo está hecho a todo color. Nuestros ojos están equipados para percibir no sólo los colores básicos, como los del arcoíris, sino sus infinitas variedades de tonos y matices. En cualquier revista de decoración o de moda verás que se habla, por ejemplo, de azul turquesa, de rojo púrpura, amarillo mostaza o de verde limón. Pero para muchas personas esos colores son francamente sólo una idea ¡o una mancha parda! Cuando el ojo no puede distinguir los colores o los confunde estamos ante una condición conocida como la ceguera del color. ¿Quieres saber más? Sigue leyendo…

Para Roberto, combinar la ropa siempre ha sido una faena: nunca está seguro si el color de la camisa le va bien al del pantalón, o al revés. Por suerte a su esposa no le importa sacarlo de dudas cada vez que le pregunta: “¿Estoy bien combinado?”. La maestra de Pablito, por su parte, le dedica más tiempo y atención al niño cuando tiene que colorear para que no se sienta avergonzado ante sus compañeritos del preescolar porque sus árboles, sus flores y hasta sus animales le quedan ¡tan diferentes a los de los demás! Ella también lo ayuda a identificar las cosas en el aula que están codificadas con color, un método audiovisual tan importante en esos primeros años escolares.
Tanto Roberto como Pablito tienen una condición llamada ceguera del color o daltonismo, una condición que generalmente se hereda, es crónica y que se puede sobrellevar, pero que no tiene cura.
Las personas que la padecen pueden llevar una vida perfectamente activa y satisfactoria, pero hay cosas que les resultan más difíciles que a los demás, cosas sencillas, cotidianas, a las que nadie da importancia, como darse cuenta si un semáforo está en verde o rojo, saber a simple vista si un tomate o una sandía están maduros o no, o seleccionar un color de pintura para una pared de la casa.
Para poder entender por qué sucede, tenemos que conocer primero el mecanismo que les permite a nuestros ojos percibir los colores. Este se basa en unas células en forma de cono, situadas principalmente en la mácula, el área central de la retina. Estos conos son sensibles a las ondas de la luz roja, verde y azul o a las combinaciones de las mismas. Si falta algún tipo de esos conos, o alguno no funciona adecuadamente, entonces la persona puede: o no ver uno de los colores básicos, o no distinguir las tonalidades de ese color, o confundir un color con otro.
La más común es la ceguera para el rojo o el verde (se perciben como un mismo color) que afecta curiosamente más a los hombres que a las mujeres, seguida por la ceguera al azul (la persona no distingue ni el azul ni el amarillo). En muy raras ocasiones no se distingue ningún color y se ve entonces en blanco y negro o en gris. Cuando la condición es heredada o de nacimiento, ni cambia con el tiempo ni se puede corregir. Solamente se puede ayudar o entrenar a la persona a sustituir la información que brindan los colores por otras señales. ¿Quieres un ejemplo? Los que tienen ceguera al rojo y al verde, por ejemplo, saben si el semáforo está en verde por la brillantez de la tercera luz encendida, no por el color en sí.
Puede suceder que los problemas con la visión de los colores se deban a otras causas: a la edad, a lesiones en el ojo, a efectos secundarios de algunos medicamentos y a problemas de la visión (glaucoma, retinopatía diabética, degeneración de la mácula o cataratas). Cuando alguna de estas causas tiene solución, por ejemplo, una cirugía para eliminar las cataratas, la persona puede recuperar la visión del color, de manera total o parcial. Hay otras formas de aliviar los síntomas de la visión de los colores, como el uso de lentes de contacto de colores o gafas con cristales que contrarresten el resplandor.
La ceguera del color o daltonismo, no es una condición grave, pero si puede tener consecuencias importantes en la vida de la persona. Las personas que la padecen no pueden desempeñar varias carreras y profesiones, como son la decoración de interiores, el diseño gráfico, o la moda, en las que el color es un elemento fundamental. También hay limitaciones en otros campos profesionales, como en el ejército, la aviación, la ingeniería y hasta en los laboratorios, en los donde los cables, las señales y hasta los resultados de las pruebas médicas se determinan mediante los colores.
Para que la persona pueda superar con éxito sus limitaciones, es importante detectar la condición lo antes posible y así tomar medidas de reeducación y entrenamiento para poder llevar una vida satisfactoria y normal.
Ahora que ya conoces un poco más sobre esta condición, aprecia la maravilla de tus ojos y disfruta toda la paleta de colores que la naturaleza ha puesto a tu disposición, desde una flor hasta una puesta de sol. Cuídalos para que puedas ver tu vida a todo color.

jueves, 5 de abril de 2012

El nivel de testosterona no necesariamente disminuye debido a la edad

En cuestiones de salud, el calendario paga frecuentemente los platos rotos. Hay varias condiciones que se consideran “achaques de los años”, entre ellos, la reducción de los niveles de la testosterona en los hombres de edad adulta. Ahora, una nueva hipótesis plantea la posibilidad de que es el estado de salud en general el que genera la disminución de la hormona, y no la edad. De ser así, es necesario un replanteamiento de los tratamientos actuales con testosterona. 
Si tus hijos o tus nietos te dicen que te estás convirtiendo en un “viejo gruñón” y tu mujer te pregunta constantemente por qué estás de mal humor, posiblemente haya una explicación para tu estado de ánimo, relacionada con los niveles de la hormona predominante en los hombres: la testosterona.

La testosterona es la hormona sexual más importante que tienen los hombres. Es la que promueve el desarrollo de los órganos reproductores masculinos y fomenta las erecciones y la conducta sexual. También causa características sexuales secundarias durante la pubertad, como el engrosamiento de la voz y el crecimiento del vello corporal y facial, y ayuda a mantener los músculos y los huesos.
A medida que los hombres envejecen, el nivel de esta hormona disminuye, lo que puede generar diversas consecuencias tanto físicas como psicológicas. A este proceso se le conoce como andropausia o menopausia masculina, que en cierta forma sería el equivalente a la menopausia en las mujeres.
A diferencia de lo que se creía hasta el momento, un nuevo estudio desarrollado por unos investigadores australianos encontró que la edad por sí sola no provoca un descenso en los niveles de la testosterona, sino que esto se relaciona con un estado de salud general en declive.
En otras palabras, luego de analizar a más de 300 hombres mayores de 40 años, los especialistas encontraron que la cantidad de testosterona en la sangre no se reducía en quienes tenían una salud óptima, lo que contradice a investigaciones anteriores que indicaban que la deficiencia de testosterona relacionada con la edad contribuía al deterioro de la salud, a la fatiga y a la pérdida del libido.
De ser así, la actual tendencia al tratamiento con testosterona sería errónea. Por eso, este estudio (cuyos resultados todavía son preliminares y deben ser revisados y aprobados por colegas de la comunidad científica), abre las puertas a una nueva línea de investigación en busca de soluciones más efectivas para este problema que hoy afecta a muchos hombres y les provoca síntomas como:
  • Reducción del impulso y el deseo sexual
  • Disfunción eréctil
  • Reducción en el tamaño de los testículos.
  • Agrandamiento de las glándulas mamarias (los pechos).
  • Pérdida del vello del cuerpo.
  • Disminución en los músculo y en la fuerza física.
  • Mayor acumulación de grasa (en especial en el área de la cintura).
  • Elevación del colesterol.
  • Debilitamiento de los huesos (osteoporosis) y pérdida de energía.
  • Alteraciones en el estado anímico (depresión, ansiedad y/o cambios de estados de ánimo).
  • Problemas de concentración, memoria u otras funciones cognitivas.
De ser correctos los resultados del nuevo estudio, que fue presentado en junio en la reunión anual de la Endocrine Society (Sociedad de Endocrinología) en Boston, Estados Unidos, algunos de estos síntomas no serían provocados por un nivel de testosterona bajo, sino al revés: otros problemas de salud asociados con la edad harían que el nivel de esta hormona masculina disminuya.
¿Por qué es importante este dato? Porque muchos de los tratamientos actuales se basan en tomar suplementos de testosterona pero si ésta no es la que está causando el problema, entonces habrá que reformular los tratamientos para resolver los otros problemas que llegan con el pasar de los años, para recuperar la testosterona perdida.
Muchos hombres cometen el error de tomar testosterona por su propia cuenta, sin control médico especializado, pensando que así recuperarán su virilidad. No hay nada más lejano a la realidad: la denominada andropausia es una condición de salud que debe ser diagnosticada por un médico especialista, quien podrá indicarte el tratamiento adecuado.
Además, tomar testosterona sin supervisión médica puede tener efectos no deseados como crecimiento de la próstata, agrandamiento de los pechos, aparición de acné y apnea del sueño.
No te dejes convencer por publicidad que puede ser engañosa, ni sientas vergüenza de hablar sobre este tema con tu médico. Si hay algo que te preocupa al respecto, anímate y pide asesoramiento calificado. Así podrás tomar decisiones inteligentes para tu salud y podrás seguir sintiéndote “todo un hombre”.
FUENTE: //Vida y Salud

Tinnitus: ese insoportable zumbido en el oído


¡Un minuto de silencio, por favor! Ah, cuánto darían por ese ratito de paz los millones de personas que sufren de un timbre, ruido o zumbido en el oído. Puede ser constante, o sentirse de cuando en cuando, pero de todas formas, resulta francamente molesto. Más que una enfermedad, se trata de un síntoma y se llama tinnitus o acúfenos. Si quieres saber cómo aliviarlo, ¡sigue leyendo!

¿Lo has tenido o escuchado alguna vez? Algunos lo describen como un soplo, otros como silbido, a veces agudo como un timbre o más grave, como el sonido de un escape de aire. A Sonia, que lo padece desde hace años desde que tuvo una infección en los oídos, le parece como el murmullo de una concha (caracol) de mar, suave durante el día, pero cuando llega la noche y todo está en calma, lo escucha mucho más intenso al punto que se le dificulta dormir.
Lo que Sonia escucha, ese zumbido, silbido, ruido o timbre, sumamente desagradable es muy común: lo tienen (o escuchan) millones de personas en todo el mundo. En los Estados Unidos solamente, les afecta a 50 millones de personas. Para la mayoría, es algo transitorio (por un par de horas después de salir de un concierto ruidoso, por ejemplo, o un zumbido ligero que se escucha antes de irse a dormir). Pero para 16 de esos 50 millones, el tinnitus es algo constante y lo suficientemente molesto como para consultar al médico. Si éste es tu caso, tienes que ir a un otorrinolaringólogo, el especialista en el cuidado de la garganta, la nariz y los oídos.
El doctor te explicará que el tinnitus muchas veces puede aliviarse, pero no tiene cura, y te hará preguntas para determinar por qué te sucede. El tinnitus puede ocurrir por cualquiera de las siguientes causas:
  • Infecciones en el oído
  • Un cuerpo extraño alojado en el oído o algo tan sencillo como acumulación de cera
  • Lesiones en el tímpano
  • Estar expuesto a ruidos prolongados o intensos
  • Trauma o golpe en el cuello o en la cabeza
  • Ciertos trastornos de salud como: la fibromialgia, el hipotiroidismo, el hipertiroidismo o la enfermedad de Lyme pueden tener al tinnitus como uno de sus síntomas. En este caso, al tratar la causa primaria, el tinnitus puede desaparecer o aliviarse
  • Enfermedad cardiovascular
  • Tomar medicamentos que resulten tóxicos para el oído (como algunos antibióticos y anti inflamatorios), o que tengan al tinnitus como un efecto secundario, pero sin dañar al oído interno (dosis altas de aspirina lo pueden causar, por ejemplo)
  • Mandíbula desalineada (o síndrome de la articulación témporo-mandibular)
  • Algunos tumores
  • Presión arterial alta o baja, alergia o anemia
  • Enfermedad de Meniere, un trastorno del oído medio que causa hipoacusia (reducción de tu capacidad de escuchar los sonidos) y el vértigo
  • Consumo de alcohol, cafeína y hasta tomar aspirina (como mencioné arriba)
No existe un tratamiento específico a menos que tu otorrinolaringólogo (el médico especializado) encuentre la causa concreta de tu tinnitus. Muchas veces para lograrlo te solicitará algunas pruebas específicas que pueden incluir radiografías, pruebas de equilibrio, pruebas de audición y análisis de laboratorio. Algunas personas mejoran su tinnitus tomando suplementos alimenticios como el ginko biloba, magnesio o zinc, otros usando audífonos y los que han perdido audición, a menudo mejoran sus molestias con los aparatos de amplificación. Tu médico te dirá qué es mejor en tu caso particular.
Para que puedas aliviar tu tinnitus en casa, hay varias cosas que podrías probar:
  • Evita exponerte a ruidos intensos, como la música muy fuerte
  • ¿Sabes cómo está tu presión arterial? Mantenla bajo control con la ayuda de tu médico. Tanto la alta como la muy baja son importantes
  • Evita el exceso de sal y haz ejercicios a diario para mejorar tu circulación arterial
  • Reduce el consumo de café, té, bebidas con cafeína en general y el tabaco
  • Duerme lo suficiente (algunos recomiendan con la cabeza elevada) y evita fatigarte
  • Practica la relajación mediante el yoga o la meditación. La tensión no lo causa, pero puede empeorar el tinnitus
  • “Disimula el ruido”. Una música suave de fondo, o la estática (sonido blanco) de un radio puede enmascarar el zumbido en los oídos que se hace más molesto cuando no hay otros sonidos ambientales que lo neutralicen
Consulta de inmediato a tu médico si el zumbido en los oídos aparece después de darte un golpe fuerte en la cabeza, o si se presenta acompañado de vómitos, mareos, náuseas o si pierdes el equilibrio.
Ya sabes, si no se puede determinar una causa concreta de ese timbre que a veces te atormenta, es importante que sigas con perseverancia las recomendaciones para aliviarlo. Así encontrarás el respiro — y el silencio — que buscas.
//Vida y Salud
 
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