Durante la primera semana de vida, el estudio de las enfermedades hematológicas se hace con la sangre procedente de una punción venosa o de un catéter central; el Hto obtenido mediante punción del talón puede ser hasta un 15% mayor que el real, debido a la acumulación de sangre en los capilares cutáneos. 

La presión parcial de oxígeno en la sangre arterial aumenta considerablemente después del parto. Por tanto, la producción de eritropoyetina disminuye y la de eritrocitos cesa casi por completo. Durante los 2 o 3 primeros meses de vida, la concentración de Hb disminuye gradualmente; la menor esperanza de vida de los eritrocitos neonatales (90 d, en lugar de los 120 d de vida en el adulto) contribuye a que la disminución de la Hb sea más evidente. Esta situación recibe el nombre de anemia fisiológica del lactante y no necesita tratamiento. Cuando la tensión de oxígeno en los tejidos disminuye hasta un cierto nivel, vuelve a iniciarse la producción de eritropoyetina y, por tanto, la de eritrocitos. 

La velocidad de descenso de la Hb y su punto más bajo son más pronunciados en los prematuros (anemia de la prematuridad). Este cuadro se debe fundamentalmente a la elevadísima velocidad de crecimiento de los prematuros, en los que la expansión de su volumen sanguíneo supera rápidamente a la masa eritrocitaria en retracción. Además, la sangre extraída a los lactantes prematuros enfermos con fines analíticos exagera aún más la caída de hematíes. El valor más bajo de concentración de la Hb suele alcanzarse al cabo de unas 6 sem en los prematuros, la mitad del tiempo que en los RN a término. 

Algunos de los problemas frecuentes que ocurren en los prematuros, como la taquipnea, la taquicardia, la acidosis metabólica, las respiraciones periódicas, la apnea y el retraso de la ganancia ponderal, han sido atribuidos a la anemia. Sin embargo, no hay estudios que demuestren que las transfusiones resultan beneficiosas y no es posible establecer indicaciones específicas para la transfusión, salvo señalar que los lactantes con enfermedades cardiorrespiratorias más graves suelen recibir más transfusiones para mantener los niveles de Hb. En los últimos años se demostró que los RN prematuros estables evolucionan bien con concentraciones de Hb de tan sólo 8 a 10 mg/dl, por lo que el número de transfusiones disminuyó, lo que, además, reduce el riesgo de transmisión de infecciones víricas. Recientemente, se observó que la eritropoyetina administrada a lactantes anémicos produce una respuesta normal en la médula ósea; no obstante, este tratamiento no se ha generalizado aún. 

Ni la anemia fisiológica del lactante ni la anemia de la prematuridad se deben a una deficiencia de hierro, por lo que no responden a su administración. Sin embargo, los RN que reciben fórmulas artificiales deben recibir suplementos de hierro, añadiendo 2 mg de hierro elemental/kg/d a la alimentación. De lo contrario, utilizarán sus reservas de hierro y las agotarán al cabo de 10 a 14 sem, si son prematuros, y después de unos 5 meses si fueron a término. Salvo que reciban hierro con la dieta, estos niños desarrollarán una anemia ferropénica hipocrómica y microcítica típica.

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